
Todos en nuestra vida nos hemos torcido o nos torceremos un pie. Por eso, un esguince de tobillo es el más común de los esguinces, una lesión que acecha en cada paso y, aunque rara vez deja secuelas, da cuenta de la mayor parte del tiempo que pierden los atletas al tropezar con lesiones.
Un esguince es una torcedura violenta y dolorosa de una articulación que amenaza dejar los huesos fuera de lugar. Resisten los ligamentos -estructuras fibrosas de colágeno que sujetan la articulación-, pero pueden romperse parcial o totalmente al forzarlos más allá de su resistencia.
En el caso del tobillo, la articulación es entre el hueso tibia de la pierna y el hueso astrágalo del pie (articulación tibioastragalina), y entre el extremo de la tibia y el peroné (articulación tibioperoneal).
Aquí en el tobillo, la tibia y el peroné crean una mortaja, un "soquete" que hace la articulación, una bisagra de un solo eje, muy estable, a menos que la mortaja se altere por lesiones.
Diseñado más para estabilidad que para movimiento, el tobillo contiene y canaliza fuerzas que van desde el suelo a la pierna y viceversa, al detenerse o doblar, o en muchos otros movimientos de la extremidad inferior. Sin embargo, si cualquiera de sus estructuras de soporte anatómico se daña, puede hacerse muy inestable.
El esguince lateral del tobillo también es el más común de los esguinces y da cuenta de la mayor pérdida de tiempo que sufren los atletas lesionados. Como resultado de la inversión normal del pie al correr, y de los ligamentos laterales más débiles, un deportista está más proclive a doblarse el pie hacia adentro que hacia fuera.

Estos esguinces ocurren más sobre una superficie irregular y sobre todo durante un paso distraído. La mayor parte de estos esguinces laterales de tobillo corresponden a lesiones del ligamento peroneoastragalino anterior.
Los esguinces de tobillo pueden prevenirse con ejercicios de elongación, sobre todo antes de la práctica deportiva; también con un entrenamiento y, por ende, fortalecimiento de las estructuras involucradas, y con el uso del calzado apropiado. Pero sobre todo con una buena conciencia del cuerpo al pisar. Los ejercicios que movilizan la punta del pie, con o sin peso, son importantes. Un entrenamiento propioceptivo -es decir, de mayor habilidad en la percepción del movimiento- se logra acostumbrándose a correr o caminar en superficies irregulares. El uso de vendajes y otros ortésicos coopera en muchos casos.
El tratamiento agudo del esguince lateral de tobillo reside en elevación y compresión del tobillo con vendas elásticas, sumado a la aplicación inmediata de hielo. La decisión de una inmovilización sostenida posterior (yeso) dice relación con el grado de ruptura ligamentosa, pero cada vez es menos recurrida en lesiones leves o moderadas. La cirugía se indica en rupturas completas de los ligamentos.
El foco está en prevenir la inestabilidad articular; es decir, que el tobillo quede susceptible a torcerse fácilmente.
Dr. Mauricio Purto
www.emol.com
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